miércoles, 26 de noviembre de 2008

Mammón

Las riquezas, encarnada eficaz

Esta frase es muy común entre los que nos hacemos llamar “cristianos evangélicos”.

Cayó una avioneta de los narcos en la costa atlántica de Nicaragua. Una avioneta procedente de Colombia, cargada de cocaína. Cocaína con rumbo al norte. Cocaína que sería consumida por los drogadictos en las calles de alguna ciudad norteamericana. Cocaína por la cual algunos tal vez hasta habían matado y robado. Pero cayó en manos de “cristianos evangélicos” que viven cerca de la costa atlántica de Nicaragua…

¿Y qué pasó con esa cocaína ya en manos de personas que bien podrían levantarse en el culto el domingo por la mañana y dar un testimonio impresionante? Es asombroso saber que ahora en la costa atlántica hay bellos edificios “dedicados a Dios”. Construidos con el dinero procedente de la venta de la droga.

Es asombroso también saber que hay lugares donde la droga viene por los sacos llenos a la casa del pastor cuando se sabe que la policía viene a revisar cierto poblado. Pues, ¿quién pensaría que la droga estuviera en la casa del pastor? Pero, ¿realmente será de extrañarse que sucedan cosas así en las comunidades “cristianas” en la costa atlántica de Nicaragua? Tengamos muy presente que en otras partes del mundo los “cristianos”:

• Roban al cobrar altos intereses.

• Se hacen ricos a costa del duro trabajo de los pobres.

• Mienten para hacer negocios lucrativos.

• Afirman que las riquezas son bendición de Dios.

“Todo lo que viene de arriba es bendición, hermano”, dicen. No. Realmente no es de extrañarse que existan “cristianos” que venden la droga que cayó del cielo en su comunidad.

Pongámonos de acuerdo en un punto muy esencial: La raíz de todos estos “males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6.10). La Biblia está en los cierto cuando afirma que “los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición” (1 Timoteo 6.9).

¿Ama usted al dinero? ¿Caería usted en la trampa del diablo, la cual tiene el dinero como carnada? O, ¿tal vez usted ya cayó en la trampa?

Lastimosamente, el empuje más grande en muchísimas iglesias evangélicas en la actualidad es una sola cosa: el dinero. Por ejemplo, gran parte de las campañas evangelísticas se llevan a cabo, no porque el evangelista verdaderamente ama las almas perdidas, sino porque busca sus ofrendas. Incluso su afán por defender la teología propia de su denominación, así atrayendo a otros y protegiendo a sus fieles, es por lo mismo.

Leer el resto del artículo Las riquezas, encarnada eficaz

Opúsculo sobre la oración 25, de Orígenes

Si, como dice nuestro Señor y Salvador, el reino de Dios no vendrá
espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí, sino que el
reino de Dios está dentro de nosotros, pues la palabra está cerca de
nosotros, en los labios y en el corazón, sin duda, cuando pedimos que venga
el reino de Dios, lo que pedimos es que este reino de Dios, que está dentro
de nosotros, salga afuera, produzca fruto y se vaya perfeccionando.
Efectivamente, Dios reina ya en cada uno de los santos, ya que éstos se
someten a su ley espiritual, y así Dios habita en ellos como en una ciudad
bien gobernada. En el alma perfecta está presente el Padre, y Cristo reina
en ella, junto con el Padre, de acuerdo con aquellas palabras del Evangelio:
Vendremos a él y haremos morada en él.

Este reino de Dios que está dentro de nosotros llegará, con nuestra
cooperación, a su plena perfección cuando se realice lo que dice el Apóstol,
esto es, cuando Cristo, una vez sometidos a él todos sus enemigos, entregue
a Dios Padre su reino, y así Dios lo será todo para todos. Por esto, rogando
incesantemente con aquella actitud interior que se hace divina por la acción
del Verbo, digamos a nuestro Padre que está en los cielos: Santificado sea
tu nombre, venga a nosotros tu reino.

Con respecto al reino de Dios, hay que tener también esto en cuenta: del
mismo modo que no tiene que ver la luz con las tinieblas, ni la justicia con
la maldad, ni pueden estar de acuerdo Cristo y el diablo, así tampoco pueden
coexistir el reino de Dios y el reino del pecado.

Por consiguiente, si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de
ningún modo el pecado siga dominando nuestro cuerpo mortal, antes bien,
mortifiquemos todo lo terreno que hay en nosotros y fructifiquemos por el
Espíritu; de este modo, Dios se paseará por nuestro interior como por un
paraíso espiritual y reinará en nosotros él solo con su Cristo, el cual se
sentará en nosotros a la derecha de aquella virtud espiritual que deseamos
alcanzar: se sentará hasta que todos sus enemigos que y en nosotros sean
puestos por estrado de sus pies, y sean reducidos a la nada en nosotros
todos los principados, todos los poderes y todas las fuerzas.

Todo esto puede realizarse en cada uno de nosotros, y el último enemigo, la
muerte, puede ser reducido a la nada, de modo que Cristo diga también en
nosotros:

¿Dónde está, muerte, tu victoria?
¿Dónde está, muerte, tu aguijón?
Ya desde ahora este nuestro ser, corruptible,
debe vestirse de santidad y de incorrupción,
y este nuestro ser, mortal,
debe revestirse de la inmortalidad del Padre,
después de haber reducido a la nada el poder de la muerte,
para que así, reinando Dios en nosotros,
comencemos a disfrutar de los bienes
de la regeneración y de la resurrección.
El Cristianismo Primitivo

lunes, 24 de noviembre de 2008

Cuando el cristianismo era nuevo

Para introducción, les recomiendo la lectura de un libro bastante revelador-Cuando el cristianismo era nuevo.

Escándalos de sexo y dinero. Una plaga abrumadora de divorcio. Jóvenes toxicómanos. Una mundanería creciente. La iglesia evangélica de hoy está haciendo batalla en todas estas frentes. Y parece que estamos perdiendo campo a las invasiones persistentes del mundo.

Tal vez la respuesta a estos problemas no está en el presente sino en el pasado. Había una época en que la iglesia ganaba estas batallas con el mundo. En este libro el autor le lleva a un viaje fascinador a aquel tiempo, al principio del segundo siglo. He aquí la historia inspirador de los cristianos de aquella época, de sus creencias y prácticas. Usted verá cómo ganaron la victoria sobre el mundo en los primeros siglos . . . sólo para perderla al fin.

Con todo, este libro no es sólo otro libro de historia. Propone soluciones nuevas y creadoras para los problemas que nos enfrentan hoy. Llama a la iglesia actual a que vuelva a lo que distinguía al cristianismo primitivo: la santidad sencilla, el amor infalible, y la abnegación incansable.

Cuando el cristianismo era nuevo une la erudición sana con una legibilidad extraordinaria para los cristianos ordinarios de la actualidad. Pero si usted busca soluciones superficiales para los problemas de la iglesia de hoy, mejor busque por otro lado. Este libro provocador desafía la sabiduría tradicional del mundo evangélico, guiando al lector a un andar más cerca de Dios: el andar de los cristianos primitivos.


Los Samueles modernos

Los Samueles Modernos

1 Samuel 3

1El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.

2Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, 3Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, 4Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. 5Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. 6Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate. 7Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. 8Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. 9Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.

10Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. 11Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. 12Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. 13Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. 14Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.

15Y Samuel estuvo acostado hasta la mañana, y abrió las puertas de la casa de Jehová. Y Samuel temía descubrir la visión a Elí. 16Llamando, pues, Elí a Samuel, le dijo: Hijo mío, Samuel. Y él respondió: Heme aquí. 17Y Elí dijo: ¿Qué es la palabra que te habló? Te ruego que no me la encubras; así te haga Dios y aun te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo. 18Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere.

19Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. 20Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová. 21Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová.


Hay algunas cosas interesantes en este texto que tienen mucho que ver con la condición actual del cristianismo. En el versículo 1, se nos comenta cual era la condición espiritual en ese momento: La palabra de Jehová escaseaba en aquellos días y no había visión con frecuencia.

Con tristeza tenemos que reconocer que la vigencia de este texto es aún patente, la palabra de Dios escasea en los púlpitos; la mediocridad y el hablar trivialidades, es algo que caracteriza a los predicadores modernos. Recuerdo con dolor una ocasión cuando fui a escuchar a un reconocido predicador, interesado en su mensaje y deseoso de la palabra que alimentara mi alma. Después que aquel hombre dijera una serie de frases sin sentido, como un mago, de debajo de su manga sacó un llamamiento para aceptar el Señor; mi asombro era inmenso. ¿Qué tenía que ver el aceptar al Señor con toda la serie de chistes y palabras incoherentes que había dicho? ¿Por qué este hombre se había ganado la fama de buen predicador?

Ciertamente la palabra de Dios escasea hoy.

La otra condición era que “no había visión con frecuencia”. Es algo muy triste ver que por causa del pecado falte la palabra profética, la dirección divina en todo lo que hacemos. Nos hemos quedado para contar historias y la falta de poder nos ha llevado a hacer una farsa para hacer ver que Dios está aún entre nosotros.

Versículos 3 y 4

En estos dos versículos hay algunos principios que podemos extraer para nuestro beneficio, digo principios porque no es correcto pensar que es una interpretación hermenéutica, pero que indiscutiblemente nos van a hacer bien a nuestro espíritu.

1-) Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová donde estaba el arca de Dios.

Hay una nueva generación que anhela sinceramente servir a Dios, pero al igual que el joven Samuel, se encuentra dormida en su costumbre denominacional, contenta con sus actividades religiosas, pero no despierta a la necesidad de vivir cada momento para el reino de los cielos y no para su fatigoso activismo.

2-) Antes que la lámpara de Dios fuese apagada.

Gracias a Dios que todavía queda luz para que podamos ver el llamado divino. Dios está llamando a una generación que rompa con los odres viejos y que se desvincule del cansado y corrupto sistema religioso. Todavía aparece por ahí algún predicador con el deseo de hablar la palabra de Dios y no con el simple compromiso de complacer a los oyentes.

3-) Jehová llamó a Samuel y el respondió: “Heme aquí”.

¿Puede encontrar Dios en cada uno de nosotros, en ti que estás leyendo este mensaje, el corazón adecuado para cumplir sus propósitos como dice el salmista: “Jehová cumplirá su propósito en mí”?

Versículo 7

El versículo 7 nos comenta que Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada, o sea el joven Samuel no tenía un conocimiento claro de la santidad y justicia de Dios hasta ese momento en que tuvo la revelación del Altísimo. El no tenía noción de cuán terrible era el pecado de su maestro de solapar la maldad de otros.

Idénticamente pasa hoy, cuando la luz alumbra la vida de muchos cristianos, el pedestal en que tenemos a nuestros líderes se desmorona. Esto sucede por varias razones, por ejemplo: nos damos cuenta que muchos de nuestros líderes son indolentes ante sus deberes espirituales; su vida de oración y su devoción a las escrituras queda eclipsada por un activismo meramente convencional. En otras palabras viven para la apariencia. Su paciencia maligna ante lo mal hecho, su falta de hambre y sed de justicia, de santidad, nos avergüenzan y nos debilita moralmente. Se tornan sumamente tolerantes a los pecados de sus hijos, de los miembros más pudientes y de los que diezman en abundancia, pero que les falta dar lo más importante, el corazón.

Samuel tuvo una dura revelación. Dios le mostró cuán mal estaba su líder, su padre espiritual. Un tremendo conflicto aparecía en la vida de Samuel; tenía que ponerse de parte de Dios y oponerse a Elí, que hasta ese momento había sido su guía espiritual. ¡Cuán duro debió ser para ese joven enfrentarse al conocido y viejo predicador, aquel que todos tenían como siervo de Dios y decirle que su vida no era agradable a Dios! Quizás por eso se nos deja recogido : “Y Samuel temía descubrir la visión a Elí”.

Todos los que hemos pasado por ese momento sabemos que se necesita todo el valor del cielo para decirle a alguien, que hasta ese momento nos ha ayudado tanto espiritual, como materialmente, que su vida es pecaminosa y digo pecaminosa, porque no tenemos la evidencia suficiente como para mencionarle sus pecados, puesto que estamos hablando, no de adulterio, ni de ningún otro pecado escandaloso, sino de cosas muy sutiles como la indolencia, que en muchas ocasiones no se ve con la profundidad necesaria. No olvidemos que la Biblia nos dice “Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová” Jeremías 48:10.

Cuando Elí llamó a Samuel y le pidió que le dijera toda la palabra que Jehová le había hablado, a éste no le quedó otra opción que romper con su compromiso con la carne y como la Biblia nos manda a hablar verdad cada cual con su prójimo, Samuel se lo manifestó todo sin encubrirle nada. Sin embargo, la actitud de Elí fue humilde y de aceptación a la voluntad de Dios, aunque ésta fuera dura. Muy diferente a la actitud de los pastores y líderes religiosos de hoy cuando se les señala su condición espiritual o se les da una palabra de parte de Dios.

Las reacciones son muy diversas y las que voy a enumerar no son inventadas, sino sacadas de la vida real, de experiencias de muchos santos que han pasado por esta situación:

  1. Y yo que te tenía como un hijo…

  2. Me has traicionado…

  3. ¿Qué tu quieres? ¿Mi puesto?...

  4. …Mensaje de Dios, ni mensaje de Dios; Dios no habla de esa manera.

  5. ¡¿Con lo que yo te he ayudado?!...

  6. Hereje…

  7. Divisionista…

  8. Tú te crees que eres el único que tienes la verdad…

No seguimos mencionando porque sin dudas son muchas las justificaciones para no oír la palabra de Dios, el mensaje aplicado.

No se cuál sea tu condición o tu disposición a defender la palabra de Dios; la santidad en su pueblo. Pero quiero dejarte claro que si te paras por Jehová jamás serás avergonzado. Dice el versículo 19 que Samuel no dejó caer a tierra ninguna de las palabras de Dios y el 20 dice que todos conocían que era fiel profeta de Jehová.

Amado hermano, no temas, levántate por la verdad del evangelio y todos conocerán que Dios está contigo. Amén.

—Lázaro Rizo Sánchez

domingo, 23 de noviembre de 2008

¡Bienvenidos al blog Cristianismo Primitivo!

Por ser mi primer post, no es muy largo ni adornado. Espero en los días que vienen propagar la fe una vez dada a los santos.